Según la tradición, los hombres regalan el 1 de marzo a las mujeres pequeños objetos meramente decorativos, son los “mărţişor” (diminutivo de martie, marzo en rumano). Normalmente llevan atado un hilo blanco y rojo, seguramente símbolos de la primavera y el invierno (o del bien y el mal).
Una tradición milenaria
La antigüedad de la fiesta del mărţişor se pierde en el túnel del tiempo, las primeras pruebas arqueológicas parecen ser de la época de los getas. También es probable que exista relación con las fiestas romanas en honor a Marte, Dios de la fertilidad y la vegetación, o en las fiestas en honor a su equivalente tracio Marsyas Silen (que también era la divinidad que tenía poder sobre la naturaleza). Parece ser que también las mujeres de Dacia se adornaban con monedas o pequeñas piedras con hilos de lana rojos y blancos, seguramente como amuleto. Y así de varias formas la tradición logró sobrevivir a diversas épocas, tradiciones y religiones.
De mil y una formas
Pero el mărţişor y la tradición que lo rodea no es igual en todas las regiones, así en algunas zonas de Moldavia son las mujeres las que regalan a los hombres. Sea como fuere, unos días antes del 1 de marzo toda rumanía se llena de puestos de venta de los pequeños mărţişor, los encontrarán para todos los gustos y bolsillos, desde el más kitsch y vulgar, a lo más sofisticado o elegante. Muy típicas son las figuras del deshollinador, el trébol de cuatro hojas o la herradura, por supuesto siempre con hilos rojos y blancos.
Como pasa con otras tradiciones, existen costumbres similares en otros países de la zona, como Bulgaria ("Мартеница" o "Martenitsa"), Macedonia o Albania.
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