El Delta del Danubio, un trozo del paraíso en la tierra

Si hay un lugar en Rumanía que un amante de la naturaleza debe visitar, ese es el Delta del Danubio. Declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera.

El Delta son más de 5.000 km2 (aunque no toda la extensión se incluye en la zona declarada por la UNESCO, y una pequeña parte no es rumana, sino que pertenece a la vecina Ucrania). Al menos en lo que a Rumanía se refiere, la mayoría de esta extensión es visitable para el turista o el viajero (algunas zonas, solo esta abierta para investigadores científicos). El que decida acercarse podrá conocer no solo una fauna y flora fascinante, sino a alguno de los grupos humanos más curiosos de Europa, vamos por partes.

Miles de plantas, pájaros, peces
Algunos expertos dicen que el 98% de la fauna acuática europea tiene presencia en el Delta, ciertamente no es necesario ser biólogo para descubrir miles de especies vegetales y animales, y tener conciencia de estar en un lugar muy especial. 
Cualquier visita al Delta significa la oportunidad de ver una fauna espectacular
Con una pequeña excursión, de varias horas, en uno de los muchísimos barcos que alquilan y guían las pequeñas empresas locales o los propios pescadores, se pueden fácilmente ver todo tipo de garzas, cormoranes, espátulas, docenas de tipos de águilas, halcones e incluso acercarse a grupos de pelícanos, que abundan a millares en estas aguas. En cuanto a los que no son aves (ciertamente mucho más difíciles de ver fuera de alguno de los museos de la zona) la lista es inmensa (lobos, zorros, jabalíes, mapaches…), e impresiona la presencia en ella del gato montés, el visón, e incluso la foca monje. 

En cuanto a los peces, que tienen una presencia fundamental en las cocinas del delta (carpas, percas…), llama la atención el esturión, de donde se obtiene el caviar.
Los pelícanos son una de las especies más populares del Delta

Y que decir de una vegetación que invade todo, la tierra y el agua: desde robles, sauces, fresnos, olmos, álamos a nenúfares de todos los tipos, pasando por una de las mayores concentraciones de juncos del mundo. Un vistazo a cualquier libro especializado nos dejara con la boca abierta.

Tulcea la puerta del Delta
Tulcea, ciudad cuyo origen se remonta al siglo VIII A.C., es la principal ciudad en la zona, y por ello el punto de partida habitual de aquel que quiere conocer el Delta. En su puerto se amontonan las embarcaciones para el turista (ideal para el que solo dispone de un día o unas horas) y los barcos para llegar a los pueblos de la zona. Por ejemplo los barcos que parten a Sulina, que pueden tardar de 4 horas a hora y media, dependiendo del tipo de barco y del precio (es muy importante tener en cuenta que excepto en algunas semanas de verano son transportes con horarios pensados para los lugareños, no para los turistas, lo que puede obligarnos ha hacer noche en el destino). 

No es raro ver pasar por allí barcos que pueden venir de cualquier lugar del mundo, incluso cruceros fluviales que van de Alemania a la desembocadura del Danubio.
El Danubio a su paso por Tulcea
Tulcea tiene varios pequeños museos, uno de ellos habla del Delta y cuenta con un acuario con las principales especies acuáticas. Desde lo alto del monumento de la Guerra de Independencia se observa una panorámica completa del puerto y se ven a lo lejos lo que fueron unos magníficos astilleros, en una ciudad que conoció tiempos mejores. Los más avispados adivinarán entre los tejados templos de al menos cuatro religiones distintas, lo que es una constante en el Delta.


Los tres brazos del Delta
El Delta tiene miles de lagos, zonas pantanosas, arroyos, riachuelos, etc. Sus principales canales navegables, que delimitan las distintas zonas, son tres: Chilia, Sulina y San Jorge.

El primero, el de Chilia, tiene poco más de 100 kilómetros y es fronterizo con Ucrania y es la menos visitada, de hecho, hay parte que solo es accesible a científicos. En esta zona está el denominado Bosque de Letea, lugar de altísimo valor ecológico, poblado por interesantes especies vegetales autóctonas.


Típicas casas de pueblos de pescadores 
El segundo (o central), el brazo de Sulina, el más transitado, tiene unos 70 kilómetros entre Tulcea y su desembocadura en el Mar Negro en Sulina. Varios barcos de distinta velocidad recorren a diario la distancia entre las dos poblaciones, pues los pueblos a la orilla de los canales solo son accesibles por el agua, como es el caso de “Milla 23”, antiguo refugio de escritores y bohemios.

La población de Sulina, bien merece una visita, su faro y el palacio de la “Comisión Europea del Danubio” nos recuerdan la importancia internacional que llegó a atener aquel pueblo-puerto, hoy convertido en apacible lugar de playa y descanso. Su cementerio también merece una visita, pues en este mundo no es muy frecuente encontrar enterrados en un mismo cementerios a anglicanos, católicos, ortodoxos de rito antiguo, otros ortodoxos (rumanos, búlgaros, griegos), musulmanes, y judíos. Un reflejo de los que pasaron o vivieron por este rincón del mundo. 

Plato de especialidades lipovenas del Delta
El tercero, el de San Jorge, tiene algo más del centenar de kilómetros. En sus riberas restos de fortalezas dacias, romanas y bizantinas nos revelan que es el brazo más antiguo. Esta zona y sobre todo el amplio espacio pre-déltico al sur del Delta, es parcialmente accesible por carretera, merece la pena acercarse a algunas de sus pequeñas poblaciones de pescadores, todavía no demasiado acostumbradas a los visitantes, pero enormemente amables.



La interesantísima “fauna” humana 
El cementerio de Sulina, del que acabamos de hablar, nos da la pista de que la zona del Delta esconde también tesoros que no vienen en las guías y que no es fácil que un rumano sea consciente de ellos. En el Delta hay alguno de los grupos de población más curiosos de esta parte de Europa. Detengámonos al menos en uno: los rusos lipovenos.


Rótulo del Ayuntamiento de
Jurilovca en rumano y ruso
Este grupo de población desciende de rusos que huyeron de Rusia durante el siglo XVIII, pues eran perseguidos por no haber aceptado una reforma de la iglesia ortodoxa rusa. Hoy viven en toda esta zona, su oficio tradicional es la pesca, continúan practicando la religión por la que huyeron de Rusia (son conocidos también como “Ortodoxos de Rito Antiguo”), hablan una variante propia del ruso, y conservan muchas de sus costumbres ancestrales. En aquellas poblaciones donde hay un porcentaje significativo (en algunos pueblos, la gran mayoría de la población es lipovena) el ruso lipoveno es cooficial y pueden verse en ambos idiomas todos los carteles públicos en pueblos como Jurilovca (solo su nombre ya es significativo).

Puerto pesquero de Jurilovca
Y no solo esta minoría tiene presencia en el Delta, también hay una importante presencia de rumanos de origen turco, que conservan desde hace siglos su idioma (actualmente un dialecto del turco) y que continúan siendo musulmanes. Merece la pena hacer una visita a Babadag (nombre claramente significativo, como el cercano Mahmudia) y su mezquita, también frecuentada por comunidades de gitanos musulmanes.
Mezquita de Babadag
Y si nos fijamos en las iglesias y en los apellidos de muchos rumanos de esta esquina del mundo, encontraremos a algunas otras minorías de las que debería presumir Rumanía, pues constituyen un riqueza étnica y cultural sin igual en Europa, un verdadero microcosmos social y cultural: griegos, búlgaros, judíos, armenios, macedonios, gitanos, italianos, tártaros… 

Para saber más:

1 comentario:

Blog de viajes dijo...

Absolutamente increíble, desde que sigo a este blog quiero ir a bucarest.