Bucarest: verano 2010

Siempre es agradable volver a Bucarest después de unos meses, sobre todo por que Bucarest es como esa niña pequeña, que si dejamos de verla unos meses, la encontraremos cambiada y crecida.



Renovada y más guapa

En estos primeros meses del año Bucarest ha continuado poniendose guapa poco a poco (como siempre, tan despacio, que los que la viven a diario no siempre se dan cuenta). No solo se ven bloques arreglados en barrios no necesariamente céntricos, sino que se puede pasear por un casco antiguo que ya no parece una zona de guerra (han rellenado de cemento los socavones de los últimos años, e incluso parece que van poniendo pavimento digno de Lipscani), alguna constructora española parece que se ha puesto a la obra y renueva los edificios históricos que hace tiempo compró, modernos mercadillos salpican la ciudad en verano, los museos se modernizan, se abre una magnífica oficina de turismo (en el Pasajul Universitatii, eso si, nadie conoce su horario), en los parque se prestan gratis bicicletas, en el centro se proyectan parkings… y como ya viene siendo habitual, centenares de turistas españoles, generalmente en camino hacia Transilvania, pueblan las incipientes terrazas y cafeterías veraniegas.



Pero… también en crisis

Y a la vez que Bucarest se zambulle más en la imagen de una capital moderna, europea, que quiere ser “de centro comercial” más que de bazar, mientras por Lipscani pasea la incipiente clase media, cada día más asentada, ávida de consumo, coche nuevo y bar de moda. En los tranvías los desconocidos se sientan juntos y hablan abiertamente de su añoranza de los tiempos “en lo que todos teníamos trabajo”, cada vez más niños y ancianos mendigan y los profesores se plantean dejar sus trabajos formando a las generaciones de rumanos del mañana, por que “el sueldo ahora es tan bajo que no merece la pena trabajar”.


Aquí como en España la crisis va por barrios y cada vez es mayor la brecha entre unos y otros, si embargo, como diría Mihail Sebastian “los desastres no se organizan, sino que se soportan” y los habitantes de la hermosísima Rumanía tienen una paciencia casi mítica.

2 comentarios:

venceremos dijo...

Me gusto mucho esta frase : " Siempre es agradable volver a Bucarest después de unos meses, sobre todo por que Bucarest es como esa niña pequeña, que si dejamos de verla unos meses, la encontraremos cambiada y crecida."

Por cierto quedan muchas cosas por hacer y mejorar en cuanto a la nuestra ciudad, y como dice el articulo ahora padecimos mucho por la crisis y sus efectos pero sobre todo por la incompetencia de los que nos gobiernan actualmente,,,,
Saludos de un rumano de Bucarest,

-ADI-

Cesar dijo...

Hola,
Tras tres años, dejo Bucarest y me voy a El Cairo. He de reconocer que en estos tres años he visto como muchas cosas en la ciudad cambiaban - para mejor en mi opinión - pero aún queda mucho, mucho por hacer.
Espero volver y poder compartir la sensación de quien escribe el artículo.
Me llevo muchas, muchas cosas y muchos, muchos recuerdos de esta ciudad.
Cesar